Una historia insólita
Madre Petra muere el 16 de agosto de 1906, en el Santuario de San José de la Montaña, de Barcelona. Después de estar expuesta, durante los días, a la veneración de las muchas personas que querían rendirle su último homenaje, fue enterrada en el cementerio de Montjuich.
El 5 de noviembre de 1920 sus restos volvían al Santuario, en donde son venerados por una multitud de fieles que la consideran santa y que piden favores, por su intercesión.
Ante la fama de santidad de Madre Petra y los muchos favores que se le atribuyen, el 23 de febrero de 1932 – en el pontificado de S.S. Pio XI-se inicia, en Barcelona, el Proceso Diocesano de Beatificación y Canonización.
El 23 de julio de 1936- en la confusión de los primeros días de la Guerra Civil- las Madres fueron expulsadas del Santuario, que fue saqueado y, en parte, incendiado.
Terminada la guerra, en abril de 1939, al volver las Madres al Santuario, se encontraron con la dolorosa sorpresa de que los restos de Madre Petra habían desaparecido. Sólo quedaban unos trozos quemados del ataúd; por lo que supieron que los restos habían sido destruidos por las llamas. Durante 45 años la Congregación aceptó este hecho con una dolorida resignación.
El 19 de febrero de 1981, año del Centenario de la Congregación, una religiosa, Sierva de Jesús, Sor Soledad Díaz, habla con una religiosa de nuestra Comunidad de Zaragoza y le dice que los restos de Madre Petra no fueron quemados, sino robados del Santuario de Barcelona.
Le explicó que cuando ella era joven, en su misión de cuidar enfermos a domicilio, se encontró con un caso muy difícil: un hombre enfermo que rechazaba sus cuidados y la insultaba. Sor Soledad perseveró en su tarea de ayudarle y consiguió que aquel hombre depusiese su actitud de rechazo. Le confesó que era masón y que, comisionado por su Logia, viajó a Barcelona, en 1936, recién iniciada la Guerra Civil, junto con otros compañeros, con el fin de hacer desaparecer los restos de Madre Petra.
No obstante, no destruyeron los restos, como sería de esperar, sino que los trasladaron de Barcelona a Valencia; y los enterraron, en un campo próximo al pueblo valenciano de Puzol.
Este hombre, arrepentido de su acción, pidió un confesor -precisamente un Padre jesuita que había sido su profesor, en sus años jóvenes- y murió reconciliado con Dios y con la Iglesia.
Después de muchas averiguaciones y años de incertidumbre, el 15 de julio de 1983, sus restos fueron exhumados en el campito de Puzol.
Hoy, 40 años después, recordamos ese día y lo que supuso para la Congregación. Desde esa fecha, ese pequeño terreno, se ha convertido en tierra de bendición, porque en él estuvo enterrado una mujer de fuego, que amó hasta el extremo.
Es un lugar de encuentro y peregrinación de tantos devotos de Madre Petra. Para acoger a todo el que llega, el 15 de julio de 2020, se inauguró una pequeña ermita, que recuerda que estamos en tierra sagrada.
En las monos del señor
Historia de unos restos
Puzol en la actualidad
La eucaristía de apertura
El Obispo preside la Eucaristía en la apertura del capítulo general de las Madres de los Desamparados
La casa natal de la Madre Petra, en el Valle de Abdalajís, (Málaga) acogió, este miércoles, la Eucaristía de apertura del XXIII capítulo general de las Madres de Desamparados y San José de la Montaña. Una celebración que, a petición de las religiosas de esta congregación, estuvo presidida por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez.
El Prelado jiennense, durante la celebración de la Eucaristía alentó a las Madres a ser fieles al carisma de Madre Petra y a la Iglesia, abriéndose y escuchando las necesidades de los hombres de hoy, y lo hizo con estas palabras. “Gracias por vuestra entrega a Dios y a las personas más necesitadas de esta bendita tierra andaluza, donde el Señor a través de vuestra fundadora, Beata Madre Petra, regaló vuestro hermoso carisma a nuestra Iglesia, y desde donde partisteis a otras tierras, para que, desde la sencillez y la cercanía que os caracteriza, servir a nuestra Iglesia desde la promoción humana, la oración, el servicio pastoral, educativo y asistencial, respondiendo siempre a vuestro carisma: “vivir en la Iglesia el seguimiento de Cristo, configurándose con su actitud de caridad misericordiosa, de amor total que sale al encuentro de las necesidades materiales y espirituales para remediarlas”.
Del mismo modo, el Obispo quiso incidir en su carisma y esa entrega a los demás con la que soñó la Madre Petra, “Que este Capítulo que iniciáis, sea un acercamiento personal a la verdad de las cosas, a vuestra propia verdad, a la verdad de la vida, de la Iglesia y del mundo. Los cristianos somos conscientes de que Jesucristo es la última verdad de las cosas y la última verdad de nuestra vida”, afirmó Don Sebastián.
Para finalizar su homilía, el Obispo imploró al Señor para que siga enviando vocaciones a la vida consagrada y a la sacerdotal para seguir construyendo el Reino: “Pido al Señor por vosotras para que vuestro fervor apostólico siga siendo contagioso, pues, siendo así entusiasmará y suscitará siempre atractivo… Nos dice el Papa: donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas. Que el Señor os bendiga y os fortalezca para prepararos y vivir la pascua de un nuevo Capítulo General, a través del cual se derramará gracia para toda nuestra Iglesia.”
Con la constitución de la Asamblea Capitular comienzan ya los trabajos y directrices que marcarán el rumbo de la Congregación en los próximos seis años.
En el silencio del Valle de Abdalajís, donde la naturaleza habla por todos los rincones; donde uno se puede imaginar a Madre Petra paseando, en el quehacer del día a día, en medio de los rebaños, los campos…, las Madres se van disponiendo y tomando conciencia de la ilusión por trabajar por la Congregación, dejando que sea el Señor el que vaya hablando al corazón. Nos encomendamos todos a sus oraciones.
Encuentro con Fano, Patxi Velasco
Fano nos regala una visión sobre nuestro XXIII Capítulo General, el reto de seguir sirviendo a los pobres, con su creatividad.
Sembraron vida llena de esperanza
Estos días, en las actividades del Capítulo General, hemos querido rendir homenaje y darle las gracias al Señor, por la vida de todas las hermanas que nos han dejado en este sexenio 2017-2023. Son memoria vida de nuestra historia. Gracias a todas ellas, y a las que como ellas han dado su vida como hijas de Madre Petra, hoy podemos mirar al futuro con ilusión, con esperanza, para seguir sembrando.Solo podemos dar gracias por su vida al servicio de los más necesitados.
Ponerse en camino
Nuestro XXIII Capítulo General toca a su fin.Después de días intensos en la Asamblea Capitular, las capitulares han llegado al final de su trabajo en el Valle de Abdalajís. Con ilusión y esperanza, como reza la canción del Capítulo, todas se dirigirán a Valencia, para terminar el Capítulo a los pies de la Beata Petra.Ahora toca seguir caminando con gozo y mirando al futuro, para seguir siendo de los pobres.