Trabaja en el colegio San José de la Montaña y en la residencia de mayores Nuestra Señora de los Desamparados de Torredonjimeno, con sus hermanas religiosas, los docentes y cuidadoras de los mayores. Explica cómo actuaron y reflexiona sobre este tiempo excepcional. “Nos anticipamos para conseguir materiales de protección y trajes EPI para las trabajadoras y para preservar también a nuestros mayores. Hicimos un esfuerzo e invertimos para comprar, también hemos recibido donaciones. El Ayuntamiento se ha portado muy bien, y la Guardia Civil; también mucha gente del pueblo haciendo mascarillas y gorros, cosiendo a mano, que eso da mucho trabajo. Es de elogiar y agradecer”, relata. ¿Cómo están ahora? “Tenemos cierta incertidumbre. ¿Cómo y hasta cuándo debemos seguir protegiendo a nuestro mayores y a las trabajadoras? Ellos, los mayores, son los más vulnerables, ¿hasta cuándo van a seguir sin ver a sus familiares? Estas son nuestras preocupaciones ahora”, añade. No obstante, rezuma esperanza: “Mi mensaje es de esperanza e ilusión. Poco a poco vamos a terminar con la pandemia y estas vivencias nos hacen ser más humanos. Desde el interior y la profundidad de cada uno brota todo esto”. No olvida la cara y la cruz de la moneda. “Pensemos también lo privilegiados que somos, todo lo que tenemos. Miremos hacia los países más pobres. Cuando les llegue el virus no tendrán, como nosotros, una casa donde confinarse. Tenemos todo a nuestro alcance, ellos no”, advierte. “Habíamos construido un mundo en el siglo XXI de la tecnología y la ciencia a tope, vertiginoso, con un ser humano que se cree omnipotente y que no lo es, no lo somos. Y no nos paramos a pensar que este mundo nos ha sido dado para cuidarlo, no para destruirlo”. concluye.