Dolores y Gozos (Fano)
«Id a San José»
Recordar la historia de nuestra vida es hacer memoria agradecida al Señor de todo cuanto ha hecho por nosotros. Y hacer memoria es volver a nuestras raíces. Dios nos conduce a través de personas, vivencias, acontecimientos y circunstancias que configuran nuestro camino.
Patxi Velasco Fano y Salvador Gil Canto tuvimos la suerte de ser alumnos del colegio La Inmaculada y San José de la Montaña en Ronda (Málaga). Aquellos años marcaron nuestra vida. La nuestra y la de otros muchos que en distintos lugares siguen viviendo la fe y haciendo el bien. Hoy Patxi es esposo y padre de tres hijos, director del colegio María de la O en la barriada de los Asperones, un laico de vocación. Salva es sacerdote en la Parroquia de Sta. Mª de la Amargura y anima la pastoral juvenil. Los dos compartimos la vida, la fe y el trabajo pastoral en Málaga. El Señor después de años nos ha unido en la Parroquia de la Amargura. Damos gracias a Dios por todo lo vivido en aquellos años y por todas las personas con las que compartimos aquella etapa del colegio. Ambos hemos recordado en más de una ocasión que allí tuvimos nuestra primera llamada del Señor. Eran las «cuatro de la tarde» (Jn 1, 39) cuando Jesús nos llamó.
Y en esa historia de vida y salvación encontramos a las Madres de Desamparados que nos ayudaron a conocer al Señor, a vivir la vida cristiana y a poner los primeros cimientos del edificio de nuestra vocación. Somos lo que somos gracias a nuestras familias, pero también al Colegio que nos educó, y a las Madres que despertaron en nosotros el deseo de entregarnos y servir a los demás.
Detrás de estos dibujos y reflexiones hay nombres de madres entregadas a los desamparados: niños, jóvenes y ancianos. También están nuestras dos madres que nos dieron la vida. Hay vivencias inolvidables en clases, encuentros, convivencias y campamentos. Hay rostros concretos de mujeres que siguen desgastando la vida por los más pobres. Algunas de ellas aún sirven entre nosotros, otras gozan del amor del Padre desde el cielo. Hoy recordamos con gratitud a aquellas religiosas que han sido para nosotros signo, presencia y testimonio del amor misericordioso de Dios «que sale al encuentro de las necesidades del mundo para remediarlas». Este es el carisma de la Congregación, por favor, no lo olvidéis nunca. Porque sois «por caridad misericordiosa, MADRES para los desamparados, lo que son las madres para sus hijos por el amor natural» (Beata Madre Petra).
En el colegio aprendimos e interiorizamos la devoción a san José. Sí, a San José, el de la Montaña. En el pasillo, en la capilla, en la escalera, allí estaba él. Con mirada limpia, con Jesús entre sus brazos, con la vara de nardo y con una gran corona. San José nos ha acompañado en nuestras vidas desde niños. Igual que la Madre Petra. Comprendemos ahora la insistencia de esta beata malagueña en acudir a él, en propagar su figura y en extender a todos su cariño y devoción. San José no nos defrauda. A sus pies hemos crecido muchos de nosotros y lo siguen haciendo hoy niños y jóvenes. Es uno de los grandes santos que tenemos la suerte de conocer y que nos enseña en nuestra vida cristiana que el camino para seguir al Señor pasa por la humildad, el silencio, la sencillez, la ternura y la fidelidad confiada en la voluntad de Dios.
El ejercicio de los Siete domingos dedicados a San José, en los que meditar y contemplar sus Dolores y Gozos, son un buen instrumento para acrecentar nuestro deseo de ser santos. Porque de eso se trata, de creernos de verdad que estamos llamados a la santidad, como nos recuerda del papa Francisco en la Exhortación Gaudete et exsultate (cf. GE 2). San José es uno de esos santos «de la puerta de al lado» (GE 6). Madre Petra siempre acudía a él, en especial cuando la socorría en sus aprietos: «Di gracias a San José, yo les decía que el que ha hecho lo más hará también lo menos» (Crónicas XX, 46). Así pues, ¿cómo no vamos a ir a él?
Sirvan estos dibujos, reflexiones y oraciones para provocar en nosotros, a través de la figura de este gran santo, el deseo ardiente de vivir con mayor profundidad, coherencia y exigencia nuestra vida cristiana y nuestra vocación laical, religiosa o sacerdotal. Para ser más de Dios y más de los pobres y desamparados. Para superar toda suerte de superficialidad, mediocridad y mundanidad espiritual que distraen nuestra atención. Para hacer el firme propósito de vivir aquí y ahora esta llamada a la santidad con la gracia de Dios.
Después de algún tiempo, os ofrecemos este pequeño trabajo que nace del cariño y agradecimiento a las Madres de los Desamparados y a toda la Congregación. Lo entregamos a Madre Paloma García, Superiora General, como expresión del afecto, reconocimiento y gratitud hacia esta querida Congregación. Lo hemos realizado con el corazón sobrecogido de agradecimiento y admiración. Lo compartimos con el deseo de que pueda llegar a muchas personas. Os invitamos a que contempléis los dibujos para que nos ayuden a rezar, y que recéis con la Palabra de Dios, con las reflexiones y con las oraciones que aquí se recogen. Esta idea nació a los pies del bendito santo en el Santuario de Barcelona. Demos gracias a Dios. Estamos convencidos de que San José nos inspiró. Por eso «id a José», que nos lleva a Jesús y a María. A él acudimos: San José de la Montaña, ruega por nosotros.
Francisco Javier Velasco Fano
Salvador Gil Canto